lunes, 14 de septiembre de 2015

Otra tarde

Esa tarde no pude decirte nada al verte, te vi con el rostro iluminado mientras te acercabas paso a paso, como un niño esperando la mañana de navidad, por eso lo deje pasar, como estos últimos cinco meses que han parecido cinco años de un interminable suspiro,  de un grito contenido en el pecho,  de unas ganas de llorar en la garganta, en que lo único que hago es levantar la cabeza de rato en rato de la mesa  para ver cuánto avanzado el reloj y  darme cuenta que ni aún ahora, que ni aún después de todas estas noches, las cartas, las cenas, los abrazos, que sin importar todo el peso de ese costal de promesas y proyectos o todititas las calles caminadas y los libros que utilizamos para regalarnos palabras, te lo podre decir.