miércoles, 11 de marzo de 2009

UN ANGEL PARA MARTIN

Era la primera vez que salía temprano de la escuela, la profesora había solicitado permiso por que su hija mayor, su nena, se casaba, así es que mandaron a todos los alumnos temprano a sus casas. Martín se acomodo su mochila y tomo su lonchera azul de los thundercats. Llego al portón que lo separaba de esas calles extrañas y de la seguridad de sus aulas, le temblaban las piernas, total en el colegio solo le pedían portarse bien y ser un niño bueno. La calle lo devolvió a la realidad con su melodía ruidosa y su espectáculo de luces. En quince minutos estaría en su casa, debía ir derecho hasta la siguiente calle, hasta el puente, subir las escaleras y cruzarlo, esperar el micro que lo dejaría frente a su casa, pero sentía que hoy seria un día distinto, había algo diferente en el aire, inclino su pequeño cuerpo hacia delante como lo hacen las aves cuando quieren correr y corrió, corrió tan rápido que sintió el viento en su rostro, lo sintió golpeando sus manos y desordenándole el cabello. llego al puente subió las gradas de dos en dos, llego al paradero , no tuvo que esperar mucho su movilidad llego, no había mas asiento libres que uno en la ultima fila junto a una ancianita sonriente , se sentó, la anciana tenia un rostro amable y fácil, ella lo miro y metió la mano en uno de sus bolsillos y extrajo una manzana que se la ofreció a Martín, a Martín su mamá le había dicho que no hablara con extraños y mucho menos que recibiera cosas de ellos, Martín se levanto camino con pasos largos hasta la puerta, por fin había llegado a su casa, salto cuando el carro se detuvo, callo con los pies juntos ,el vehículo prosiguió su marcha, Martín miro hacia ambos lados de la calle para asegurarse de que no había peligro y cruzo. Qué extraño, su mamá estaba apoyada en la puerta con las manos entrelazadas, como si lo estuviese esperando, mamá era linda pero en estos ultimo meces había perdido peso se veía mas delgada pero seguía igual de hermosa, Martín se acerco y la miro por encima de esos lentes que siempre estaban desalineados, su mamá también lo miro , Martín a diferencia de muchos niños llegaba siempre con el uniforme impecable tal y como lo enviaba ella cada mañana a la escuela y con ese peinado perfecto de raya al costado, su mamá le sonrió hasta que sus ojos se volvieron rayitas ,como los ojos de un chinito, Martín empezó a sentir un lleno en el pecho y la garganta como cuando quiere llorar, su mamá lo noto y lo tomo de la mano lo llevo hacia el interior de la casa ,cerro la puerta tras ellos, ahora se encontraban en su pequeña sala comedor, olía a lentejas pero seguro el postre era gelatina de fresa, su mamá siguió por las escalera hasta la segunda planta donde esta el cuarto de la abuela ,que a esta hora seguro debe estar durmiendo la siesta, para descansar la fatiga como decía ella , al lado del cuarto de la abuela esta el cuarto de su hermano y el suyo, en realidad es más de su hermano que de él , pues su hermano lo ocupaba desde hace unos años antes que Martín, y pensar que seria tan fácil cruzar esa línea imaginaria que le prohibía la entrada a ese territorio, esa frontera que dividía su cuarto desde la mesa de noche hasta el ropero, seria en estos momentos tan fácil llegar a ese terreno prohibido. Llegaron a la azotea, las sabanas blancas se movían al ritmo del viento, jugando como si desde siempre fuesen amigos. Su mamá lo miro y le dijo ,“Martín, sabes que es un ángel”, Martín había visto algunos en la iglesia de la misa de los domingo, eran de yeso, era hombres con alas, y también cuando pregunto por su abuelo le dijeron que ya era una ángel, así que no estaba muy seguro de lo que en verdad era un ángel y ladeo la cabeza en un gesto de negación, entonces su mamá echo un suspiro lo levanto para sentarlo en su regazo , “un ángel es un amigo y todos tenemos uno”,dijo su mamá, a lo que Martín pensó que el no tenia uno o en todo cazo el aun no conocía al suyo, “llega un momento en que todos no volvemos uno, y eso no depende de si hiciste cosas malas , sino de si hiciste cosas buenas”, agrego, Martín la miro, mamá tenia un bonito cabello, pero ya no era tan abundante como antes, había perdido su brillo, pero seguía oliendo a flores , sabia que mamá era buena , una muy buena persona diría yo, a ella le gustaba preocuparse mucho por Martín,“tienes hambre martincito”, “ponte a chompa Martín, que hace frió”, “toma cincuenta céntimos, pero no te lo gastes todo en golosinas”. Debía ser como mediodía a lo lejos se podía ver el mar azul. “Martín, yo voy a ser un ángel”, le dijo su mamá, Martín pensó en su abuelo, en como lo extrañaba, él era un ángel también pero desde que era un ángel no lo había visto de nuevo, acaso también mamá se iría, acaso también no la volvería a ver, “Martín, algunas cosas no hay necesidad de verlas para saber que están ahí, como el amor y sabes que Martín yo seré tú ángel y siempre estaré a tu lado aunque no me veas, aunque no me escuches”, martín la abrazo con fuerza volvió a sentir ese calorcito inquieto en el pecho y el nudo en la garganta que ya eran lagrimas que su mamá se apresuraba a limpiar con la manga de su blusa , “no llores, te dije que yo seré tu ángel”. Ambos se miraron. “sabes Martín , cuando eras mas chiquito de unos seis o cinco años rezabas Ángel de la guarda/dulce compañía, ahora ya no lo haces”,si, era cierto cada noche al pie de la cama junto al abuelo lo hacia ,“reza Martín , con mucha fe martincito, con mucho cariño a tu angelito” , decía el abuelo y Martín lo hacia cada noche esperando verlo, pero nunca lo vio , así es que dejo de hacerlo, pero ahora mamá seria su ángel , mamá es muy buena , ella no lo desampararía ni de noche ni de día , ahora que mamá seria su ángel estaría en todas partes , no tendría miedo, volvería a rezar, y hasta si tenia suerte podría encontrar a la ancianita y aceptarle esa manzana. Ahora tendría que marcar con sus crayones todos los sitios que mamá frecuentara, marcar cada cosa que toque, para ir a buscarla ahí, cuando sintiera que esta solo. “Martín…no me olvides” suplico su mamá mientras dejaba escapar una lagrima por su mejilla, Martín se quito los lentes, le beso la frente, le limpio la lagrima y le dijo, “tu eres todos mis recuerdos”.

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