lunes, 6 de agosto de 2012

El colgado

Miro nuevamente las marcas en mi mano intentado descubrir el destino secreto que me guarda, tratando de no temblar con cada nuevo indicio descubierto, un sudor frió  recorre mi espalda y hace que ajuste los dientes hasta hacerlos rechinar.


 El aire es denso en este cuarto, el olor a flores marchitadas en agua, velas a medio consumir, la imagen del señor de los temblores en un rincón mirando con pena la escena, se siente pegajoso el piso, padres nuestros y ave marías como susurros, comienzo a temblar tanto que parece que mis huesos los llevo sueltos y mi corazón es un tambor que se ha detenido ahora que la carta se precipita sobre la mesa dejando atrás una mano nudosa.

-El colgado -dice la vieja-naciste para sacrificarte, aunque nadie te lo pida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario